Martes 7 de Agosto (Verde). Martes XVIII del Tiempo Ordinario.
Santoral: San Cayetano de Thiene, Sacerdote y fundador. San Sixto II y compañeros.
Evangelio meditado: "Le dijo Pedro: ‘Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua’”. Mateo 14:22-36.
OFRECIMIENTO: Si la oración se hace en la mañana:
Nos ponemos en tu presencia, Dios bondadoso y Padre Nuestro. Te agradecemos que nos hayas dejado empezar el presente día, pues despertamos, una vez más, al conocimiento de nuestra propia existencia… que tu amor nos concede y sostiene. El saber que existimos es el don más grande de tu bondad. ¿De qué nos serviría existir, ante tu presencia, si no estuviéramos conscientes de ello? Además, nuestra vida está profundamente unida a la tuya, por el gran amor del cual nos has hecho participar… de tu amor no podemos dudar. Es el nuestro hacia ti… el que falla con mucha frecuencia. Nos disponemos, ante la grandeza de tu majestad, a los 5 minutos de oración. Te pedimos que des fuerza a la debilidad de nuestra mente y enciendas el fuego de tu amor en nuestros corazones. Padre Nuestro...
OFRECIMIENTO: Si la oración se hace en la tarde:
Estamos reunidos, Señor, para reconocer tu amor que nos sostiene en el don de la vida… y para reconocer tu bondad que nos colma de beneficios. En las horas que ya pasaron y disfrutamos, tuvimos la oportunidad de hacer sentir tu amor y tu bondad, a través de nuestra propia bondad, en todos aquellos que nos rodean, familiares y amigos y en nuestro mundo tan necesitado de ti y de tu amor. Este día fue un paso más hacia tu eternidad, a la que nos llamaste desde el día en que nos diste la existencia. Si lo aprovechamos, hemos guardado un tesoro. Si lo desperdiciamos... tenemos que redoblar nuestro amor en tu servicio. Que durante estos 5 minutos de oración podamos olvidarnos de los intereses humanos, para estar atentos a tu amor y a tu Palabra. Guía nuestros corazones por el camino de tu voluntad. Padre nuestro.
Textos Bíblicos:
Del Libro del profeta Jeremías: 30, 1-2. 12-15. 18-22. Del Santo Evangelio según San Mateo: 14, 22-36.
La vida cristiana se resume en una palabra: AMOR. Pero el concepto del amor ha sido tan manipulado y profanado, que requiere una clarificación para disipar posibles confusiones. El amor, núcleo de la vida cristiana, es una actitud a la vez, simple y compleja. Consiste en una entrega total y desinteresada de nuestra persona a Dios y a los hombres. La antítesis del amor cristiano es el ritualismo farisaico: buenas palabras, gestos correctos, fórmulas corteses, que encubren unas intenciones torcidas y un deseo de utilizar a Dios y a los demás seres humanos en provecho propio. Dios no acepta un trato con el hombre basado en unas “relaciones públicas” perfectas, ni tolera una amistad con Él que prescinda de la exigencia de construir una tierra nueva al servicio de la fraternidad humana. El ateísmo contemporáneo ha surgido, en gran parte, como reacción crítica contra un mundo que se dice cristiano, en el que los ideales morales y las actitudes religiosas se reducían a palabra elocuentes y a gestos convencionales, capaces de tranquilizar conciencias carcomidas por el ansia de poder y de dinero. Dios pide a los hombres que quieran pertenecer a su pueblo, no el lavado ritual de las manos, sino el lavado del corazón y de la mente. Es muy difícil, vivir el amor cristiano en un mundo cuyas instituciones se mueven por el egoísmo y el interés privado, y la economía que aplasta al débil. El amor no cabe en un mundo viejo. Hay que inventar un mundo nuevo que permita y favorezca la experiencia cristiana del amor. Existe el peligro de aspirar a cambios estructurales que desbordan nuestras posibilidades concretas de compromiso olvidando atender las necesidades reales inaplazables de las personas que nos rodean.
Reflexión en silencio y comentarios.
Del Salmo 101: “El Señor es nuestro Dios”.
ORACIÓN FINAL COMUNITARIA: Del 1 al 8 de Agosto:
Hermanos, el Padre renueva cada día en su Iglesia el milagro de la multiplicación de los panes con la Eucaristía. Dirijámonos a Él confiadamente para pedirle por nuestra Iglesia y nuestro mundo, y digámosle: QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR. Señor, ponemos en tus Manos a nuestros hermanos más pobres y hambrientos. Haz que nuestra solidaridad y generosidad como hijos tuyos que somos, renueve para ellos, el milagro de la multiplicación de los panes. QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR.
Señor, que nos dejemos purificar por ti, para poder purificar nuestros ambientes. QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR.
Señor, que nuestras peticiones broten de una fe profunda y una confianza ilimitada en que nos escucharás y nos ayudarás a cumplir tu voluntad. QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR.
Señor, edúcanos con tu Palabra para practicar lo que decimos creer y amar. QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR.
Señor, son tantas las tempestades que se desatan contra tu Iglesia peregrina en la tierra. No permitas que pastores y fieles se dejen vencer por la desconfianza y el temor, sino que, confiando sólo en Cristo, reciban y sepan infundir esperanza a sus hermanos. QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR.
Señor, que así como exigimos de ti respuesta inmediata a nuestras peticiones, nos esforcemos en seguir tu consejo: fe, oración, mortificación en nuestra vida diaria. QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR.
Señor, que quienes son más débiles en la fe, sean fortalecidos por las acciones llenas de optimismo y de caridad de sus hermanos que los rodean. QUE NADA NOS APARTE DE TI, SEÑOR.
Se pueden agregar otras peticiones.
OREMOS: Tú que nos alimentas, Oh Padre, con el pan de tu Palabra y de la Eucaristía; haz que no falte el pan del cuerpo en la mesa de tus hijos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.